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¿Cómo puede la terapia de Ketamina, mejorar tu salud mental?

El tratamiento de ketamina podría ser una solución temporal a padecimientos mentales graves como la depresión, la ansiedad o el estrés postraumático. Te damos todos los detalles.

Hoy en día, el tabú al hablar sobre salud mental se ha ido erradicando, y ahora tenemos más información sobre nuevos y mejores tratamientos para diferentes padecimientos. Es por eso, que nos dimos a la tarea de investigar sobre el tratamiento de Ketamina y, para ello, entrevistamos a un experto en el tema.

Jason A. Duprat MBA, MSA, APRN, CRNA, es un enfermero anestesista y exoficial de la marina, convertido en empresario, que tiene una experiencia en la práctica privada, la tecnología de negocios, y la comercialización de la salud. Es el fundador de la Academia de Empresarios Sanitarios, la Academia de Ketamina y el cofundador de la Academia de Terapia Intravenosa.

¿Qué es la ketamina?

Imagen cortesía Jason A. Duprat, fundador de la Academia de Ketamina.

La ketamina es un medicamento genérico que ha sido aprobado por la FDA como anestésico desde la década de 1970. Pertenece a una clase especial de anestésicos, porque actúa sobre un receptor sobre el que la mayoría de los otros anestésicos no actúan, llamado receptor NMDA. También produce efectos psicológicos diferentes a los de otros anestésicos, este efecto suele denominarse disociación. Muchos pacientes, lo describen como una sensación de desconexión del propio cuerpo o como si estuvieran flotando. En dosis más elevadas que las habituales para el tratamiento de enfermedades mentales, la ketamina puede producir cambios visuales temporales e incluso alucinaciones. La ketamina es una sustancia controlada de la lista III y debe ser recetada por un profesional sanitario autorizado.

¿En qué consiste el tratamiento con ketamina?

La mayoría de las clínicas ambulatorias ofrecen tratamientos con ketamina mediante infusiones intravenosas o inyecciones IM. La vía de administración y el diagnóstico del paciente influyen en el protocolo exacto utilizado en términos de dosis, frecuencia y número total de tratamientos necesarios.

Dado que la mayoría de los consultorios utilizan la ketamina racémica disponible genéricamente, y proporcionan sus tratamientos en forma de infusiones, me referiré específicamente a esos tratamientos. Para la salud mental, las infusiones de ketamina se administran en una serie inicial de seis infusiones, normalmente en el transcurso de dos semanas. Los rangos de dosificación suelen comenzar en torno a los 0,5 miligramos por kilo y por infusión. Muchos médicos creen que los pacientes pueden necesitar una titulación de la dosis y dosis más altas para beneficiarse de los efectos de la ketamina. Por lo tanto, se suelen ver prácticas que aumentan la dosis de cada infusión, en función de cada caso, si no informan de una mejora en sus síntomas. A la infusión le sigue un breve período de recuperación. Los periodos de recuperación duran entre 30 y 45 minutos en la mayoría de las consultas. Es el tiempo suficiente para que los efectos de la ketamina desaparezcan. Para que el paciente pueda caminar de forma estable y segura, cuando salga de la consulta, deberá tener un conductor que le lleve a casa y alguien que le cuide durante unas horas. No debe tomar ninguna decisión importante hasta el día siguiente.

¿Para qué condiciones se recomienda?
Desde el año 2000, se han publicado muchos estudios que demuestran que la ketamina, cuando se administra en dosis bajas o moderadas, puede ser beneficiosa para una serie de enfermedades. Puede reducir los síntomas de la depresión, la ansiedad, el trastorno de estrés postraumático y otras enfermedades mentales. También puede aliviar el dolor crónico, que en algunos casos puede durar semanas o meses. Por último, la literatura también indica que puede ser útil en el tratamiento de los trastornos por abuso de sustancias.

¿Cuál es su tasa de éxito?

Esto varía de un paciente a otro, pero la literatura indica que alrededor del 70%, posiblemente, hasta el 75% de los pacientes que reciben tratamientos con ketamina para la depresión, obtienen un alivio significativo de los síntomas. Los estudios definen esto como una reducción de los síntomas de al menos el 50%. Cuando se trata de dolor crónico, la tasa de éxito varía, principalmente, debido al hecho de que el dolor tiene muchas etiologías diferentes y porque los pacientes responden de manera diferente a la ketamina según la razón de su dolor. En algunas condiciones de dolor crónico, como el síndrome de dolor regional complejo, ciertos estudios han informado de una reducción del dolor que puede durar semanas o incluso meses.

¿Cuánto tiempo debe mantenerse el tratamiento?

Los tratamientos con ketamina no son una cura para ninguna afección. Ayudan a aliviar los síntomas y, como tales, los tratamientos deben mantenerse periódicamente de forma continuada. La duración del efecto varía de un paciente a otro, pero en la mayoría de los casos, los pacientes volverán a recibir un tratamiento de ketamina adicional después de varias semanas.

¿Cuál es su costo?

El costo de la terapia con ketamina, varía en función del motivo por el que se prescriba. Todavía no está cubierta por la mayoría de los seguros médicos, por lo que a menudo es un gasto de bolsillo para los pacientes. Los costos de las infusiones para la salud mental, varían en todo el país. Normalmente, tienen un costo de entre 350 y 450 dólares por infusión, es el rango más común para los tratamientos de salud mental. En el caso del dolor crónico, los costos tienden a ser más elevados, simplemente porque la dosis es mayor y la duración de las infusiones es más larga. La mayoría de las consultas de dolor administran un protocolo de infusión de ketamina en el que la infusión dura varias horas, lo que aumenta el costo de la administración. Esas infusiones para el dolor suelen costar entre 700 y 900 dólares por infusión.

¿Cómo debe realizarse correctamente?

Los pacientes deben ser examinados adecuadamente. Cabe mencionar, que la terapia con Ketamina, está reservada para pacientes que han probado tratamientos médicos más tradicionales y no han sido efectivos. Ahora, existen programas de terapia con Ketamina, de formación y de certificación, que no estaban disponibles hace 5 o 6 años. Así que yo aconsejaría, que se busquen médicos que hayan completado un programa de formación completo. Idealmente, uno que esté aprobado a nivel nacional.

¿Hay alguna contraindicación?

Las contraindicaciones varían, pero la presión arterial alta, el ritmo cardíaco rápido, los antecedentes de alucinaciones o esquizofrenia, los problemas con la vejiga, la mala función hepática, los problemas de aumento de la presión en el cerebro, entre otros, podrían ser contraindicaciones, que requieren ser evaluados por un profesional de la salud con licencia.

¿Dónde y cómo puede la gente acceder a este tratamiento?

La gente puede acceder a este tratamiento, a través de una variedad de clínicas ambulatorias. Incluso, algunos hospitales de todo el país, están administrando este tratamiento. Actualmente, hay al menos una clínica de Ketamina en la mayoría de las ciudades importantes. Hay bases de datos en línea que sólo incluyen clínicas que tienen proveedores capacitados en ketamina. La recomendación, es buscar en su área local, proveedores de ketamina, que hayan completado un programa de formación integral aprobado a nivel nacional, para la educación continua en la administración segura de la terapia con ketamina.

¿Qué aspectos hay que tener en cuenta antes de someterse a este tratamiento?

El primero, sería preguntarse si usted es potencialmente un buen candidato. ¿Tienes los diagnósticos que hemos comentado anteriormente, como resistencia al tratamiento, depresión, ansiedad, TEPT, dolor crónico o trastorno por abuso de sustancias? Lo siguiente, sería investigar el proveedor que evaluará, recetará y administrará el tratamiento. Su proveedor podría ser un enfermero, un médico o un asistente médico, y debería haber completado un programa de formación integral. A diferencia de lo que ocurría en el pasado, en la actualidad, existen múltiples programas de formación en terapia con ketamina que gozan de gran prestigio. También es necesario que pregunte a este proveedor, qué nivel de experiencia tiene y, en cuanto al protocolo, qué recomienda, y por qué.

¿Podría añadir alguna historia de éxito de personas que hayan pasado por este tratamiento?

En esta especialidad, hemos aplicado cientos de infusiones de terapia de ketamina, y tenemos múltiples historias de éxito. Para respetar la privacidad de los pacientes, no puedo entrar en los detalles, pero puedo contarlo. En muchas ocasiones, tuvimos pacientes y sus familias llorando, abrazándonos a mí y a los miembros de nuestro personal, porque estaban muy agradecidos, al ver que la terapia con ketamina, mejoró su calidad de vida, al disminuir sus peores síntomas, mucho más de lo que cualquier otro tratamiento médico había podido hacer. Uno de los pacientes, en concreto, volvió a producir música, algo que le encantaba en el pasado, pero que no había hecho en años, porque sus síntomas de depresión habían empeorado mucho. Existen innumerables historias, que cuentan cómo la terapia con ketamina, ha mejorado la vida de los pacientes.

Mi salud mental está mal (y aceptarlo está bien)

Mi salud mental está mal y hoy quiero compartirles una historia sobre cómo ha sido este difícil camino para mí, con la intención de crear conciencia sobre la importancia de buscar ayuda profesional, sin sentirnos estigmatizadas por hacerlo. Recuerda que “la felicidad se puede hallar hasta en los más oscuros momentos, si somos capaces de usar bien la luz“.

Albus Dumbledore en Harry Potter y el prisionero de Azkaban, 2004

No podemos negar que los últimos años han sido caóticos (por decir poco) pero la realidad es que no todos lo vivimos igual. Muchas de nosotras, no solo tuvimos que lidiar con la pandemia, el trabajo, el encierro y demás; también tuvimos que enfrentarnos a todos nuestros problemas de salud mental. Y si les pasó lo mismo que a mi, entonces saben lo angustiante que es estar frente a tus peores demonios, sin tener la distracción de una vida cotidiana. 

Alguna vez leí una frase que decía: “No me asusta el infierno, porque yo ya he estado allí muchas veces”. Y en su momento, no le tomé importancia. Hoy les puedo decir que he ido y venido del inframundo y, gracias a eso, me he empezado a conocer realmente. Porque, ¡Vamos! Afrontemos que la mayoría, tenemos guardados nuestros peores aspectos en una caja bien cerrada, dentro de un lugar recóndito de nuestro cuerpo. 

Si, por alguna razón, sientes que este post es para ti, continúa leyendo. Estoy por contarte mi historia. Debo advertirte que no es bonita, aún no tiene un final feliz y no se parece, en nada, a los cuentos de hadas

A inicios del 2020, cuando empezó la pandemia y todavía era “mi antigua yo”, con sus cosas buenas y malas, pero una yo entera, contenida, moldeada, aprobada socialmente, todo parecía que saldría bien. Y así pasaron los días, como las golondrinas del poema de Gustavo Adolfo Becquer. Cuando, de repente, las cosas empezaron a cambiar. Mi “yo” estaba transformándose, algo se empezaba a apoderar de mi, una sensación de desapego, de irrealidad, una tristeza profunda y dolorosa, una oscuridad que venía desde dentro y se apoderaba de cada célula de mi ser, primero de manera silenciosa, rapaz pero contundente. 

Meses después, y a pesar de que los hospitales estaban cerrados y los doctores atendían lo menos posible, me diagnosticaron. Y esas palabras fueron un punto de inflexión que arremolinó mi mente con una serie de preguntas: ¿Cómo yo podría tener un problema de salud mental? ¿Es una enfermedad real como la tos o el cáncer? ¿Cuándo se va a ir, es curable? ¿Van a medicarme? ¿Qué demonios me está pasando? 

Todas esas preguntas, se tatuaron en mi cabeza e hicieron que fuera aún más confuso. Entonces entendí la frase: “Ahora estaba en el infierno y no podía ver más allá de mi propia nariz”. Yo sé que algunos de ustedes, ahora se identifican conmigo, saben que no es fácil, que es angustiante, que es doloroso y que un trastorno mental, podría matarte. 

Pero no, el objetivo de este post, no es el de autocompadecerme. Debo decir que con el tiempo, y después de muchas crisis, entendí que el hecho de que mi salud mental esté mal, no me define como persona, no me hace menos y no me aísla.

Y esta última palabra es importante, “aislarte”. Por favor, ¡no lo hagas! Tú y yo nos necesitamos. Estoy consciente de que no nos conocemos, pero tenemos historias similares y ese es el verdadero propósito de escribir esto. Quiero que sepas tanto tú, como yo, que allá afuera, hay millones de personas que están luchando una batalla interna, que están gritando en silencio, que están llorando en silencio, que están sufriendo en silencio. 

Hoy les puedo decir que estoy mucho mejor, aunque, no les voy a mentir, tengo recaídas. Muchas veces tengo miedo, otras tantas lloro sin control, pero al mismo tiempo, sé que estoy a mitad de un largo camino hacia la recuperación y que con un mucho esfuerzo y ayuda de las personas que me aman, algún día podré regresar a contarles cómo fue que sobreviví. Y es que, esa debe ser nuestra meta, sobrevivir, vivir, y entonces poder compartir nuestras travesías para ayudar a alguien más. 

En el mundo, se estima que existen 450 millones de personas con problemas de salud mental, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) ¿Son bastantes, no? Leer esta cifra, me hace sentir menos sola y más comprometida. Tú que estás leyendo esto y tienes un padecimiento, solo quiero decirte que eres una persona muy valiente, que vales mucho, que nunca olvides tus sueños, que luches, que des una buena pelea a tu enfermedad, porque para mi, como para todas las personas que te rodean, eres importante, eres una estrella, eres un universo maravilloso. 

Si apenas estas enfrentándote a esto, no dudes en buscar ayuda, ese siempre será el primer paso. En USA, existe el National Suicide Prevention Lifeline cuyo numero es 988 y tienen personal capacitado para atenderte en español.

Finalmente, no lo olvides, tu salud mental es muy importante, y es hora de hacer algo al respecto. Si no eres tú, ¿Quién va a ayudarte? ¿Quién lo hará? Si no es ahora el tiempo para luchar, entonces, ¿Cuándo?