Mi primera cita en Tinder: Crónica de un desastre
Mi primera cita en Tinder, fue un desastre y les voy a contar los detalles que hicieron que fuera un verdadero caos ¡Tienen que leer esto!
Vamos a ser honestas por un momento y admitir que todas hemos pensado en descargar Tinder en esta pandemia, ¿no? Es la verdad, porque si ya de por sí era difícil encontrar un buen partido en el 2019, ahora con la nueva normalidad del COVID19, es prácticamente imposible. Así que las plataformas de este tipo, vinieron a salvar o seguir arruinando nuestra vida amorosa.
Hoy les voy a contar la historia de mi primera cita de Tinder que tuvo lugar hace unas pocas semanas y que, ciertamente, fue un desastre MAYÚSCULO, pero no por eso, menos divertido. Es más, me dejó una gran anécdota digna de contarle a todos mis amigos y, obvio, también a ustedes.
Bueno, la cosa va más o menos así: Yo le di like a un chico (que me lleva 10 años) y el me dio like de regreso, o sea, un match. Empezamos a platicar y como a los 20 minutos de conversación me invitó a salir, y yo pensé: “Bueno está guapo, es mayor, es extranjero, se ve un hombre interesante. ¿Por que no?”.
Y acepté, quedamos en ir a comer en una plaza comercial muy pública (porque soy aventurera pero no tonta) y cuando llegué me di cuenta en principio que las fotos que subió estaba más filtradas que el agua purificada, aunque aun así era bastante guapo.
Para propósitos de mantener el anonimato lo llamaremos ”Rick” y era de Europa oriental, y aunque su español era casi perfecto, nuestra plática no fluyó como debería, era complicado, yo estaba muy nerviosa y el demasiado confiado. Y si ustedes, como yo, han transitado el tortuoso mundo del dating sabrán que hay señales de advertencia que te dicen que él no es el indicado.
La primera fue su trato hacia los meseros, bastante prepotente, hacia alguien que solo está cumpliendo con su trabajo y brindando un servicio. La segunda, es que pasó la cita entera hablando de él mismo (¿Quién necesita contar tanto sobre su persona? Un narcisista, ¡obvio!). La tercera, fue cuestionarme sobre si lo que yo decía en mi perfil era cierto o no, una verdadera locura, se los juro. Jamás me había sentido tan juzgada en mi vida, y como ustedes saben, nadie es perfecto ¿Tienes que preguntarlo tanto? La cuarta, fue tratar de impresionarme con su capacidad económica, con el auto que conduce, la tarjeta negra, el estimado de dólares que gana al año. En fin, un montón de cosas innecesarias que solo separaron más nuestros caminos.
En fin, llegó la comida y yo hice mi mayor esfuerzo por mantener una conversación casual y normal, pero Rick y su español, nivel medio, no me dejaban penetrar una barrera invisible en la que él ya había tomado una decisión sobre quién era yo y mis motivaciones. Si he de ser sincera, fueron las horas más incómodas de mi vida, y que no quisiera repetir.
Terminamos de comer y salimos del restaurante, yo moría por irme derechito a mi casa y olvidarlo todo, pero Rick necesitaba un café, así que pasamos a un Starbucks donde, por alguna razón, me preguntó si podía abrazarme. Yo con cara de WTH, le pregunté porqué, a lo que él respondió que un abrazo se podía sentir más que una plática. Algo que me sonaba un poco lógico, así que lo abracé, sin ganas y lo más rápido posible.
Después del abrazo, decidió que yo valía la pena (LOL!), pero para esos momentos, yo solo lo quería fuera de mi vida, lo más rápido que se pudiera. Intentó pedirme una segunda cita, pero yo escapé de la manera más veloz del mundo (ni Usain Bolt fue tan veloz). Y como no se sabía mi nombre completo, ni mis redes sociales, le hice unmatch en 3 segundos y me libré de un hombre súper molesto.
Así fue mi primera cita de Tinder, amigas. Sí, fue un desastre, sí lo odié, sí me pareció horrible, pero no todo está perdido. Luego tuve otra que fue mucho más cool. Esa es una anécdota que quizás les cuente luego.